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Humberto De la Calle, exnegociador de paz.
Humberto De la Calle, exnegociador de paz.
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EFE

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De la Calle asegura que "no hay violencia buena" y critica a quienes "la justifican"

El exnegociador piensa que hizo lo que a Colombia le convenía.

Los casi cinco años que pasó Humberto de la Calle en La Habana negociando con las FARC toman cuerpo en "Revelaciones al final de una guerra", libro en el que el exjefe negociador del Gobierno colombiano expone su visión del acuerdo de paz, del que no se arrepiente "ni una coma".

"El problema de fondo es que aquí no hubo violencia buena. Mientras haya colombianos que crean que su violencia fue justificada habrá que trabajar mucho más para pasar página", explica en una entrevista con Efe.

En un momento en el que la idoneidad de la Justicia Especial de Paz (JEP) se pone en cuestión desde algunos sectores políticos colombianos, De la Calle opina que, criticando al organismo, las élites del país "en vez de quitarle combustible al conflicto quieren regresar, lo que equivale lógicamente a querer apagar un incendio con gasolina".

"A mí me parece un quebranto grande y un riesgo enorme, porque esto lo que va a significar es mantener viva una discusión. Lo que sí me parece un error para Colombia es que por algunas de estas discusiones vamos a continuar prolongando un camino que ya ha sido muy pedregoso", argumenta.

Por el tiempo de convivencia en La Habana, De la Calle conoce bien cómo piensa el que fuera jefe negociador de las FARC, Iván Márquez, cuyo paradero se desconoce desde mediados del año pasado cuando decidió volver a la zona selvática del sur del país y se teme que haya abandonado el acuerdo de paz.

De la Calle atribuye esta decisión a la situación procesal de otro de los líderes guerrilleros, alias Jesús Santrich, pendiente de ser extraditado a los Estados Unidos por un supuesto delito de narcotráfico tras la firma de la paz que tuvo lugar en noviembre de 2016.

"La situación de Santrich generó en algunos miembros de las FARC incertidumbre y el temor de que pudieran ser objeto de una extradición. El tema de la extradición de Santrich puede ser definitivo", apunta al respecto.

Pero De la Calle cree que Márquez tiene razón cuando "se queja de incumplimientos del Estado", porque ve un "problema de fragilidad" en la aplicación del acuerdo: "No estoy viendo voluntad política en el Congreso para que sea realidad la llamada reforma política. Hasta ahora lo aprobado es extraordinariamente tímido".

El plebiscito del 2 de octubre de 2016 sobre el acuerdo de paz mostró una sociedad colombiana partida en dos, de blancos y negros. Pero De la Calle querría que el conjunto del pueblo tuviera "una asunción más reflexiva sobre el futuro de Colombia".

"Yo estoy totalmente tranquilo, lo que hicimos es lo que le convenía a Colombia", afirma taxativo este veterano político, que tomó notas "disciplinadamente" de las negociaciones durante los años que pasó en la capital cubana.

De esas notas salió su libro, publicado por Penguin Random House bajo el sello Debate, que es, ante todo, "un testimonio" que permitió a De la Calle hacer un balance de lo que fueron esos casi cinco años alejado de su familia.

"Lo que ocurría allá era dramático, era como una especie de montaña rusa, uno a veces se levantaba pensando: 'hoy vamos a arreglar' y a las seis de la tarde estaba en una crisis. Fue un duelo psicológico, además de estar sentado ocho horas al frente de unos señores acusados de tan graves crímenes", dice.

Para De la Calle, el principal escollo para la consecución de una paz duradera es el asesinato de líderes sociales, que en 2018 costó la vida a 162 de ellos, según la Defensoría del Pueblo.

Esta lacra "no es un tema de guardaespaldas ni de vigilantes", sino que en Colombia hay "unos temas estructurales", unas "fuerzas oscuras que ejercen la violencia contra los disidentes, contra los disidentes de izquierda y contra los reclamantes de tierras", afirma.

Él compara la situación actual con la de la Unión Patriótica, un partido de izquierda que surgió en 1985 producto de una negociación de paz con las FARC y que en los años posteriores fue exterminado mediante el asesinato sistemático de más de 4.000 de sus líderes y militantes, incluidos dos candidatos presidenciales.

"Lo que viene ocurriendo con los líderes sociales es, dijéramos, a semejanza y diferencia de lo que pasó con la Unión Patriótica, que aquí se ha optado más por los asesinatos selectivos", asevera.

Sobre la afinidad ideológica de la ahora desmovilizada guerrilla con el Gobierno venezolano, De la Calle afirma que fue clave a la hora de estabilizar la negociación de paz. Tanto es así que considera que "sin Venezuela el acuerdo habría sido imposible".

"Venezuela emitía por boca de (el fallecido presidente Hugo) Chávez un mensaje político que de alguna manera le creaba una sombrilla de protección a las FARC", dice este político liberal, que aboga por la "búsqueda de elecciones leales, limpias, para buscar un nuevo rumbo" para el país vecino.

Retirado de la política activa después de que en las elecciones presidenciales del año pasado obtuvo solo 396.151 votos, poco más de un 2 % del total, De la Calle lo tiene claro: "no me arrepiento de una sola coma del acuerdo. Los colombianos con el paso del tiempo van a entender realmente la magnitud de lo que ocurrió".

EFE
 

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